EL PAIS MAS PELIGROSO
A las crisis y tensiones comunes al mundo de nuestros días, Corea -del norte y del sur- suman el trauma de una nación no sólo dividida y desgarrada por una guerra en la cual en tres años murieron cuatro millones de nacionales, la existencia de dos estados, dos banderas, dos gobiernos y dos sistemas sociales antagónicos donde cabe uno.
Corea fue uno de los ejes de la Guerra Fría, el único de los tres países divididos como resultado de la II Guerra Mundial que no ha resuelto esa situación (los otros fueron Alemania y Vietnam), la región más militarizada del planeta y el lugar donde más potencias tratan de presionan para hacer valer sus intereses geopolíticos. Se trata además del lugar donde el debate nuclear se desarrolla “en caliente” y el escenario por donde es más probable, incluso inminente, el inicio de un conflicto global.
La guerra contra Estados Unidos que en Vietnam condujo a la reunificación, en Corea profundizó la división y la derrota del socialismo, que hizo posible la unidad de Alemania, acentuó la división de Corea donde 65 años después del fin de la II Guerra Mundial y a 57 de finalizada la Guerra, la reunificación nacional está más lejos que nunca.
La dificultad para avanzar en la solución coreana, además de los problemas internos y las respectivas agendas de cada país, se deriva de la existencia de cuatro situaciones críticas que se solapan, se mezclan y se confunden creando dificultades para dilucidar la precedencia de las soluciones. Entre esos graves problemas figuran:
La división del país y las aspiraciones de reunificación, cosa que deberá alcanzarse por medios pacíficos; (la Guerra de Corea fue un intento fallido de alcanzarlo violentamente). A ese grave fenómeno de naturaleza nacional, socioeconómico y geopolítico se añade la presencia norteamericana en el sur de la península, cosa que estorba cualquier solución, a lo cual se sumó lo más grave: el diferendo nuclear que se yergue como un formidable obstáculo para todo movimiento positivo en la región.
El cuarto de los conflictos en la península coreana se deriva de la incidencia de intereses geopolíticos de cuatro grandes potencias: Estados Unidos, Japón, China y Rusia, algunas de las cuales, como Estados Unidos, no ocultan sus posiciones abiertamente imperialistas, mientras otras tratan de hacer prevalecer sus posiciones de modo más discreto e incluso los encubren con manipulaciones y posiciones aparentemente amistosas.
No todas esas potencias desean la reunificación de Corea y, en cualquier caso no de la misma manera. Estados Unidos y Japón trabajan por una reunificación por absorción del Norte por el Sur, al estilo de lo ocurrido en Alemania, donde la RFA se tragó a la RDA. Para Rusia y China un proceso así significaría un cambio excesivamente brusco en la correlación de fuerzas. A sabiendas de que una Corea unificada, con o sin armas nucleares será aliada de Estados Unidos, para China y Rusia es preferible el status quo actual.
Aunque por diferentes razones, los actores políticos en la región aspiran a la desnuclearización de la península y la seguridad sea un común denominador, no todos la perciben de la misma manera. Para Corea del Sur desarmar atómicamente al Norte es de vida o muerte. En un equilibrio tan precario, la existencia de ese tipo de armas es una “espada de Damocles nuclear.
Por su parte, Estados Unidos para quien Corea del Norte no representa una amenaza inminente a su territorio, trata de suprimir esas armas para evitar ser arrastrado a un contencioso nuclear global no deseado, para proteger a Corea del Sur y Japón, que son aliados no nucleares y para reforzar su hegemonía mundial. China, que lo apuesta todo a la economía y no le interesan los conflictos, menos aun en sus fronteras y con componentes nucleares, también prefiere una Corea desnuclearizada, aunque tal vez no a cualquier precio.
A diferencia de China, Rusia que no está en condiciones de competir económicamente con Estados Unidos, lo hace en el terreno nuclear. Una Corea del Norte sin armas atómicas es hoy su posición preferida, entre otras cosas porque la RPDC no es su aliada. En el caso de que esa posición se modifique, cosa no imposible, se abrirían otras alternativas.
En cualquier caso para los pueblos del Norte y el Sur de Corea, la Guerra Fría en lugar de cesar se ha incrementado dramáticamente con la variante de que la solución no depende de ninguno de los dos países y ni siquiera es posible acudir a la ONU, con la cual Corea del Norte está técnicamente en guerra.
Aunque una reedición de la guerra de 1950 a 1953 está descartada y la razón se resiste a admitir una situación en que Corea del Norte utilice sus armas nucleares, opción ante la cual Seúl y otras ciudades pudieran ser convertidas en “mares de llamas” y las bajas norteamericanas en Corea del Sur, Japón y los portaviones sumarian decenas de miles, esos peligros están latentes.
En la guerra anterior, Truman se escandalizó cuando MacArthur solicitó autorización para usar armas atómicas. Entonces las tropas del Norte tomaron Seúl y los norteamericanos Pyongyang y ambas ciudades sobrevivieron: ¿Habrá para ellas y sus habitantes una segunda oportunidad?
Nadie puede garantizar que los pueblos de Corea no serán parte de un nuevo holocausto y que la humanidad no será sometida a una prueba a la que tal vez no sobreviva.
JORGE BARATA
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El MOCASE blockea rutas ante desalojos
Desde el 19 de octubre y durante un mes, familias del Movimiento Campesino de Santiago del Estero cortaron la Ruta Nacional 34 a la altura de la localidad de Vilmer, departamento Robles. Denuncian la usurpación de tierras por parte de empresarios apoyados por bandas armadas.
JORGE BARATA
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El MOCASE blockea rutas ante desalojos
Desde el 19 de octubre y durante un mes, familias del Movimiento Campesino de Santiago del Estero cortaron la Ruta Nacional 34 a la altura de la localidad de Vilmer, departamento Robles. Denuncian la usurpación de tierras por parte de empresarios apoyados por bandas armadas.
Roger Almaraz sobre el bloqueo carretero del Mocase
Desde el 19 de octubre y durante un mes, familias del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase) cortaron la Ruta Nacional 34 a la altura de la localidad de Vilmer, departamento Robles. Denuncian la usurpación de tierras por parte de empresarios apoyados por bandas armadas. Entrevista a Roger Almaraz (37), miembro de la Unión de Pequeños Productores del Salado Norte (Uppsan).
P: Hablan de destrucción de viviendas, amenazas de muerte y desalojos producidos con la complicidad de policías y jueces. ¿Podés mencionar los más recientes de estos episodios?
R: Hay conflictos con mucha violencia, donde hay bandas armadas. En Pozo del Castaño (departamento Figueroa) hubo un intento de homicidio. Ahí fue cuando decidimos junto al presidente del Mocase hacer un corte de ruta reclamando: Basta de estos atropellos siniestros. Empresarios inescrupulosos se meten en nuestros lugares de vida y no nos dejan vivir tranquilos. Esto pasó hace más de un mes: el empresario entró al lote y empezó a los tiros con su banda, y de casualidad no mató a nadie porque los compañeros pudieron disparar al monte. Y ahí se quedaron. Estas cuestiones no son de ahora; nosotros salimos a cortar la ruta después de este hecho. Por ahí el Poder Ejecutivo sintió presión; capaz le habrá hecho un toquecito político al Poder Judicial para que intervenga.
P: ¿Permanecen sobre la ruta?
R: El gobierno nos pidió cesar con el corte para dialogar... Ayer los compañeros estuvieron reunidos por más de cinco horas en Casa de Gobierno. Tengo entendido que aún no se ha llegado a acuerdo. Nuestros compañeros nos decían anoche que el gobernador quiere ir solucionando caso por caso. Esa no es la medida que acabaría con el problema... Hay que tomar medidas políticas concretas que sean abarcativas para todo el sector. Van a pasar años, décadas, gobiernos, en el intento de solucionar cada problema, por la complejidad que tienen. Seguiremos discutiendo en asamblea para decidir si se sigue con el corte o se para ahí. Vamos a ver en qué tono se ha dialogado.
P: ¿Es frecuente la presencia de grupos armados al servicio de los empresarios?
R: Sí. Son empresarios que compran campos, que saben que viven campesinos adentro y directamente van con bandas armadas para despojarlos. Hay muchas comunidades organizadas que resisten y dan pelea, pero hay otras comunidades sin organización. Y ahí se producen desalojos silenciosos, que nadie sabe... La prensa no dice nada en Santiago; es sorda, muda y ciega. Esto lo debo decir con mucho dolor, porque a pesar de que vivimos en un gobierno democrático aquí nos han cortado las alas.
P: ¿Hablamos de fuerzas de seguridad privadas o de estructuras de tipo paramilitar?
R: De tipo paramilitar. Son hijos de campesinos desalojados, contratados por los empresarios, que van a desalojarnos para ganarse un mango. Van grupos de gente, de los barrios pobres, y los contratan por dos o tres mangos. Muchísimas familias campesinas han sido desalojadas. A veces, cuando se han ido de sus tierras con sus hijos muy pequeños, han llegado a la ciudad y nunca han podido estudiar. Y han pasado a formar parte de estas bandas.
P: Cuando se refieren a las quince mil familias que integran el movimiento, ¿incluyen también a las familias que integran las otras corrientes del Mocase?
R: Quizás, las quince o veinte mil familias campesinas que existan en Santiago no estén afiliadas al movimiento, pero el problema abarca a esa cantidad de familias. Tenemos en forma precaria la tierra; le estamos exigiendo al gobierno que disponga dinero para que podamos regularizar la tenencia. Los jueces emiten medidas contraproducentes para los campesinos, y desalojos. La policía es muy corrupta en Santiago; para que haya policía honesta pedimos capacitación.
P: Y de estas familias campesinas, ¿cuántas forman parte del Mocase en este momento?
R: Alrededor de cinco mil familias; en Santiago existen alrededor de cuarenta o cincuenta comunidades organizadas.
P: Sostienen que su producción ofrece el 75% de los alimentos que diariamente se consumen en Argentina. Seguramente no poseen el 75% de las tierras...
R: Los campesinos estamos convencidos... Nosotros nos autoalimentamos: creamos nuestra propia producción de alimentos. El 70% de las comunidades son campesinas; sólo el 30% vive en la ciudad, entre Santiago y La Banda; el resto vivimos en el campo. Creemos y estamos seguros de que esto es así. Como somos pequeños productores, estamos reclamando políticas más activas, más agresivas para el sector. Nos dan migajas; la cuestión de fondo sigue intacta. Y los problemas, sin resolver...
P: También dicen que sus hijos estarían corriendo un riesgo al vivir allí. ¿Hay familias que hayan decidido emigrar por esta situación?
R: Muchísimas. Se están causando daños psicológicos en los niños: en Ojo de Agua, al sur de la provincia, hay criaturitas que cuando ven policías en la escuela se orinan porque han sufrido un desalojo fuerte. Estas cosas marcan antecedentes psicológicos en los chicos. En Pozo del Castaño, lo mismo: cuando ven una 4x4 están traumados porque no saben quién es, lo que viene a hacer. Es una situación muy grave; los medios no dicen nada, no lo dimensionan, y el gobierno de Santiago quiere tapar el sol con un dedo.
P: ¿Y cuál es el diálogo que vienen manteniendo con el gobierno provincial?
R: Hemos venido reuniéndonos mensualmente. Algunos conflictos de gravedad han hecho que se pare el diálogo. Estamos exigiendo un diálogo más serio, más profundo, donde se tomen medidas concretas. Nosotros esperamos que el gobernador diga en un discurso público: Nosotros reconocemos como verdaderos poseedores a los campesinos, que son los únicos propietarios de sus tierras. Con eso bastaría para parar a muchos gringos que vienen de afuera. Y eso no lo hace. Creemos que no lo va a hacer, porque el problema no le interesa. Está defendiendo otros intereses que van en contra nuestro.
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y en el mientras tanto EEUU juega a la inteligencia, mientras China crece y Japòn se desarrolla.
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y en el mientras tanto EEUU juega a la inteligencia, mientras China crece y Japòn se desarrolla.
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